Viste la luz en Tafalla, un 14 de julio, como augurando con la fecha una existencia vital, arriesgada. Pronto elegiste escalar, viajar, beber de la vida a enormes tragos. Eras enormemente comunicativa, escribías cosas tan bonitas que a veces animabas, inspirabas a los demás a contar historias propias. Ibas, venias y te volvías a ir. Tierna, cálida, escrutadora aguada. A veces eras feliz, a veces desdichada jamás apática.
Para ti salir de Pamplona, salir de Europa era algo casi cotidiano, pero aquel día de finales de abril, y en contraste a otras veces, quisiste despedirte. Tu intuición de mujer te lo advirtió, pero ahora te habías resuelto a no hacerle caso. Era una primavera marchita, reseca, de tonos amarillentos y amarillentos y también interrumpidos días de sol plomizo aunque a veces para ti estuvieran grises y lloviese, e incluso nevara…
Para ti salir de Pamplona, salir de Europa era algo casi cotidiano, pero aquel día de finales de abril, y en contraste a otras veces, quisiste despedirte. Tu intuición de mujer te lo advirtió, pero ahora te habías resuelto a no hacerle caso. Era una primavera marchita, reseca, de tonos amarillentos y amarillentos y también interrumpidos días de sol plomizo aunque a veces para ti estuvieran grises y lloviese, e incluso nevara…