La Sociedad Sitiada

La modernidad se ha propuesto remover lo accidental y lo contingente. Por su parte, la sociología, ella misma una ciencia actualizada, se ha propuesto conocer de qué forma el ejercicio de la voluntad individual daba rincón a la creación de regularidades, normas y patrones comunes. Empeñados en develar el misterio del «efecto de la verdad social», los sociólogos no lograron sino más bien conocer en el poder legítimo y soberano del estado-nación la condición necesaria y suficiente, el locus de la integración social y de su reproducción. El día de hoy la sociedad está sitiada, el estado-nación padece un doble acoso: el de la globalización y el de la biodiversidad; las dos corroen las fronteras que la modernidad había considerado sólidas y también inabordables. Las instituciones políticas, confinadas territorialmente y ligadas al suelo, son inútiles de hacer frente a la extraterritorialidad y al libre fluído de las finanzas, el capital y el comercio. La velocidad reduce las distancias hasta tornarlas insignificantes y ya es imposible levantar muros tras los que sentirse seguro. Se habla de «la desaparición de la sociedad», y cualquiera sea la «integridad» que se imagine en su rincón, ésta se compone de un mosaico de sitios particulares sin vínculos con las acciones colectivas. ¿Es viable, entonces, proseguir pensando sociológicamente?. Zygmunt Bauman cree que sí. Pero para esto es necesario desarmar primero los marcos ideales que brindaron cuenta de la modernidad y empezar a diseñar los trazos de las novedosas experiencias humanas. Esta búsqueda forma la materia de una de las reflexiones mucho más originales y audaces de nuestro tiempo.