Publicada en 1620, aunque probablemente escrita en 1599 o comienzos de 1600 –época que forma parte a eso que J. Oleza ha llamado la primera manera de Lope-, La viuda valenciana es una parte teatral que forma un auténtico ejemplo de comedia pura, concretamente de comedia pura barroca.
Cristalizan en sus versos las características escenciales de la comedia de capa y espada, en la que el embrollo y la intriga establecida en la ocultación o confusión de identidades se transforman en motores de la acción.
A primer aspecto podría decirse que la joven y bella viuda valenciana, Leonarda, no quiere regresar a casarse y desea guardar la memoria de su marido, pero lo que de todos modos quiere es ser sin dependencia.
Sin embargo la mirada de un hombre basta para que cambie su intención. A partir de ese acercamiento, la hermosa viuda intentará reajustar su propósito a la nueva situación y resolverá satisfacer su deseo guardando las apariencias.
Surge desde ese instante una comedia femenina –que no feminista, la época no lo dejaba-, divertida, llena de equívocos y ocasiones cómicas, trasgresora –nadie habría avalado una actitud como la de la protagonista, incluido Erasmo, con el que coincide en determinados planteamientos de la obra-, sensual e inclusive erótica.
La comedia termina, como no podía ser de otro forma, dentro de los convencionalismos teatrales establecidos pero con un toque audaz: Leonarda es quien por último escoge marido, y un marido enamorado.
En la obra el lector puede conseguir la impresión que Lope de Vega debió de llevarse de Valencia tras su estancia en la localidad, puede rastrear las raíces literarias de la obra, puede llevar a cabo mil lecturas y conseguir mil coincidencias, datos o fechas, pero siempre y en todo momento, siempre y en todo momento, encontrará una obra en la que se une la calidad estética y una trama desarrollada con inteligencia, humor, frescura y desparpajo ética.
Teresa Ferrer Valls, autora de la edición, nos da en su Introducción una espléndida panorámica de Va